"¡Castilla!
¡Tierra bendita
que amorosamente
guardas
las cenizas de mis
padres
en tu seno
sepultadas;
tierra donde tiene
asiento
el hogar que me
prestara
calor de tiernos
cariños,
luz de hidalgas
enseñanzas,
y que fue testigo
amante
de las empresas
bizarras
que en el albor de
la vida
nos alientan y
arrebatan!
¡Castilla! ¡Sagrado
suelo,
acicate de mis
ansias,
centro de mis
afecciones,
imán de mis
añoranzas,
donde hay tanto
oculto nido,
tanto rincón grato
al alma,
alegrado con mis
risas
ó regado con mis
lágrimas!
¡Castilla!
¡Castilla noble!
¡Un hijo tuyo te
canta!
¡No desprecies sus
estrofas
por desabridas ó
vanas!
¡Mira que al son de
tu verso
clásico van
ajustadas,
y que brotan del
ardiente
amor que inspira la
patria!
Más que los montes
gigantes
Que hasta el cielo
alzan su cresta
Ceñida por los
girones
Cenicientos de la
niebla;
Más que las
vertientes ásperas
De matorrales
cubiertas,
Por los torrentes
hendidas
O rasgadas por las
peñas;
Más que los
umbrosos valles
Alfombrados de
praderas
Y surcados por
arroyos
Que entre rocas
culebrean;
Más que todo aquel
conjunto
De sorprendentes
bellezas
Que en otros suelos
y climas
Ofrece Naturaleza,
Me agradan estas
llanuras
Donde las mieses
ondean
Semejando inmensos
mares
De esmeralda, en
primavera,
O trenzados flecos
de oro
Cuando el verano
las tuesta;
Estas enanas
colinas
Por cuya falda
rastrean
Y se cruzan,
enredándose,
Los vástagos de las
cepas,
Y estas amplias
hondonadas
Donde álamos en
hileras
Marcan el cauce de
un río,
De corriente mansa,
lenta,
Que con majestad se
extiende
Y que límpida
refleja,
Como colosal
espejo,
Un cielo de luz
espléndida.
Aquí no se
desparraman
En el campo las
viviendas
Al igual que alado
bando
Si el gavilán lo
dispersa.
¡Separación y
aislamiento,
Tedio y egoísmo
engendran!
En haz apretado se
unen
Formando villas y
aldeas,
Y así convidan a
cambio
Mutuo de afectos e
ideas,
A comunidad de
esfuerzos,
A recíproca
defensa".
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